Cuando crecemos, llegan hasta nosotros ciertas aseveraciones
sobre moda que interiorizamos y que permanecen durante largo
tiempo. Nos dicen “rosa y rojo, daña al
ojo”, “los zapatos deben ir a juego con el bolso”, “nunca combines verde y azul”,
“diferentes tipos de vaquero no deben ponerse juntos”, “no deben mezclarse
distintos estampados”.
Llegas a estilismo con todo esto en la cabeza y te postulas
como la paleta mayor del reino. Poco a poco se te va educando la vista, y con
ello el gusto. Te das cuenta de que eres medio daltónica y no diferencias bien
el marino del negro. Ves 8 colores, como los ordenadores antiguos, y te
pierdes entre los doscientos tipos de beige: crudo, blanco roto, blanco sucio,
crema…
Tampoco sabes muy
bien cómo se ponen la mitad de las prendas que pasan por tu mano, pero repites
en tu cabeza como un mantra “el ser humano es muy adaptable, el ser humano es muuuy
adaptable, el ser humano es muuuuuy adaptable”. Objetivo: sobrevivir.
Aparece por la puerta un reportero con prisas. Le mandan a
cualquier lugar a cubrir un directo y necesita una camisa.
-
¿Qué talla tienes?- pregunto intentando ganar
tiempo
- Creo que una 50 de americana, más o menos- responde
inquieto
Aprendes dos cosas: la primera es que la mitad de la gente
no tiene idea de la talla que tiene, la segunda es que cuando alguien aparece
por sastrería buscando algo de ropa, tú debes de ser el menor de sus problemas.
Así que me dirijo al fondo del almacén de vestuario y busco desesperada una
camisa de la talla 50. Leo talla 40, talla 39, talla 5, talla 43. Parece que
las americanas y las camisas no tienen la misma numeración. Decido sacarle una
al tuntún, una 40 por ejemplo.
Acierto. ¡Estoy salvada!
-
Lo que pasa es que estaba buscando otra cosa.
¿No tienes alguna que tenga el cuello tipo italiano?- dice el reportero
mientras se mira al espejo con una mueca

Con el tiempo desarrollas herramientas útiles, como el “vente
conmigo, ayúdame a elegir” o sacar mucha ropa, que con algo
acertarás. Vas perdiendo el pánico a quedarte sola, ganando capacidad
resolutiva y dejando crecer un precioso morro. Cuando te das cuenta todas las
informaciones sobre moda que tenías en la cabeza han desaparecido. Has desaprendido
y estás improvisando. Y es entonces cuando la magia ocurre.
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