jueves, 12 de septiembre de 2013

Vuelta al cole



Septiembre. Mes de aterrizaje forzoso, de sobredosis de realidad. Te desperezas y poco a poco se desprenden los modos estivales, las comilonas, el dormir, los paseos, el sol, el tiempo libre. Cuando te quieres dar cuenta vuelves a estar sentada frente a la voraz pantalla del ordenador, y aquellos marrones de los que te quisiste deshacer en julio te esperan en la puerta para recibirte haciéndote la ola.
 
En la tele septiembre también es un mes de cambio. Nuevos fichajes para vestir, nuevos decorados, fotos de prensa para presentar la nueva temporada... Se marchan de las pantallas los colores vivos, los vestidos sin mangas, los tejidos finos, y son reemplazados poco a poco por aquellas prendas que olvidamos en marzo. Vuelve la lana, el punto, el granate y el gris. Vuelve el mundo a su rutina y cada mochuelo a su olivo.
 
Después de las vacaciones queda ese tiempo para el reajuste y recordamos poco a poco dónde estaba la ropa de cada quién, y las manías de unos y otros. Las becarias (nuevas y antiguas) se han quedado guardando mi sitio, enfrentándose a todos los imprevistos con un tesón y capacidad resolutiva increíbles. Se ríen cuando les digo que se me ha olvidado la contraseña del ordenador pero dicen que no les extraña. Nada como una desconexión total.
 
Tras los primeros días parece que no te hayas ido nunca. Las mesas ya no te parecen más bajas, y vas cogiendo el ritmo y llenando el cuaderno de tareas que nunca acaban. Vuelven las bolsas llenas de ropa, los arreglos, las prisas y las risas al rededor de la mesa de corte. Sastrería está llena de ropa y gente, en su salsa. En los pasillos de Antena resuenan los reencuentros.
Da gusto volver a ésta casa.

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